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Tana Toraja, en el centro de la isla de Sulawesi, es única por sus tradiciones y su arquitectura. Arribamos a Rantepao luego de un largo y arduo viaje desde el norte en un autobús que no estaba preparado para largas distancias. Julio y Agosto son los meses de mayor turismo, por lo que al momento de llegar fue muy raro cruzarnos con extranjeros. La región de los Toraja está compuesta por un racimo de pueblitos conectados entre sí por caminos de tierra, en medio de arrozales y montañas, cada uno con su propio jefe o rey, conservando diferentes clases jerárquicas. Mantienen ancestrales tradiciones que conviven con el cristianismo que adoptaron cuando los colonizadores holandeses llegaron hace unos 400 años. Tuvimos la oportunidad de participar en el funeral de una pareja de nobles, muy ricos, que se estaba llevando a cabo muy cerca de Rantepao.
Estos dos ancianos habían fallecido hacia un año atrás, y los cuerpos fueron conservados para poder prepararles la despedida apropiada. En tanto, estuvieron en la casa de familiares, momificados y cubiertos de ricos mantos, compartiendo almuerzos y cenas, charlas y visitas de cortesía. Los hijos ahorraron para poder comprar los 50 búfalos ( cada búfalo cuesta alrededor de 300U$D!!) que se sacrificarían durante los tres días de ceremonia, y toda la villa ayudo en la construcción de las galerías temporales, con cocinas y espacio para dormir, que recibirían a los cientos de invitados. Luego de la ceremonia, el predio volverá a ser usado para el cultivo del arroz, con un mausoleo familiar en medio del arrozal.
Cada invitado debe llevar una ofrenda, que debe ser de igual o de mayor valor que la que ellos recibieron de esta familia en un anterior caso. Y se lleva un libro con detalles, tamaño y peso del regalo (búfalo, cerdo) recibido. Nosotros fuimos recibidos como parientes muy lejanos de los difuntos, entregamos un atado de cigarrillos, que siempre son bien recibidos ya que es una de las principales actividades durante estos días, y fuimos convidados con te y tortas tradicionales. Temprano en la mañana comienza la matanza de animales, en el centro de la plaza, a la vista de todos. A esto sigue la faena, en la que una de las piezas más preciadas es el estomago, con el que hacen una sopa tradicional. Las diferentes partes del animal son llevadas a la cocina para ir preparando el almuerzo comunitario, los cueros son separados para la venta, los cuernos separados para exhibirlos luego. El espectáculo era impresionante. Todos esos animales yaciendo en el barro, la sangre, la manipulación de las vísceras, pero no llegaba a ser grotesco, tenía un sentido, cada persona del pueblo que había ayudado tendría su retribución. En cierta manera había un orden muy antiguo y noble que justificaba este espectáculo. Los espíritus de estos dos ancianos dejarían la tierra con felicidad y partirían hacia el otro mundo. En esto coinciden con el catolicismo que practican.
Antiguamente, y muy escasamente hoy, las tumbas se esculpían en la piedra, o se utilizaban cuevas naturales. En frente se colocan los tau-tau, efigie del difunto tamaño natural, con rasgos parecidos, sentados en balcones, cuidando los féretros. Los parientes están obligados a cambiarles la ropa regularmente.
La arquitectura Toraja es única y todavía hoy hay pueblos enteros con estas viviendas. Las casas o Tongkonan son simples pero llevan un sobredimensionado techo en punta hacia arriba al frente y contrafrente, simbolizando los cuernos del búfalo o el perfil de un bote. Algunos todavía están cubiertos en bambu, pero en general fue reemplazado con chapa acanalada. Muchas veces el
frente está adornado con una pila de cuernos de búfalo, las paredes de madera están talladas y pintadas en rojo y negro, con motivos de animales. Los graneros de arroz son de forma similar, y la cantidad de graneros en una vivienda demuestra la fortuna del propietario, ya que generalmente es el dueño de los arrozales.
La gente es muy amigable, en nuestras caminatas o recorridos en moto siempre nos saludaron, preguntaron adónde vamos, de donde somos, incluso un local frenó su moto frente a una tumba con tau-taus, y espero por nosotros, asegurándose d que no nos perderíamos de ese punto de atracción turística.
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